martes, 2 de septiembre de 2014

Las Ruinas Mulhorandinas - Parte 2

 

 Salimos de Púrskul, por lo que decían mis colegas, el camino que habíamos tomado estaba trazado recientemente, y  muchos no lo conocían. No hubo grandes peligros de camino a las ruinas, me sentia muy seguro, algún que otro animal salvaje decidio atacarnos pero murio en vano. 

 Mientras marchábamos, un bárbaro empezo a recitar una canción, parecía que Ax Askald llevaba a todos lados una especie de bardo para que contara sus valerosas gestas. Que sin duda eran muchas. El ambiente era aciago, pastos secos, arboles muertos, poca vida reflejaba aquel lugar.

 Más tarde, nos internamos en un frondoso bosque, según decían los arcanos, ya estabamos cerca de las ruinas, mi impaciencia era fatal, ya quería verla con mis propios ojos. Los bárbaros, toscos y algo lentos (de mente) se habían equivocado de camino, lo que significo un retraso para nosotros, me irritó un poco, pero me contuve. Aquel bosque tenia mucha tranquilidad, si uno se frenaba y escuchaba la nada misma, podria oír el sonido de las hojas moviendose por el viento. 

  

 Escondido entre los arbustos y las plantas, encontramos lo que parecía una gruta, una cueva de trasgos, nada que llamara la atención por fuera, por momentos me desilucionaba un poco, parecía demasiado común, pero una lección que había aprendido hace mucho tiempo, era no fiarse de las apariencias. En el viaje no hablaba mucho con los demás, anotaba todo en mi diario, como las banales conversaciones que tenian los bárbaros. No soy una persona que le guste hablar con cualquiera, los evito. Aunque soy respetuoso.

 Antes de entrar a la cueva, nos preparamos, me lanzé conjuros de protección así como me lanzaron el conjuro de Invisibilidad. Esto permitiría que nadie me ataque, ya que todavía no domino bien el arte de la magia y soy un blanco fácil. (Desgraciadamente...). Afilaron las espadas y hachas, y nos preparamos para entrar, como siempre, los bárbaros por delante.


 Por fin entramos, pero la sorpresa que nos encontramos fue impactante, ha decir verdad yo no lo conocía, pero era él, el Duque Rojo. Estaba frente a nosotros, con un aspecto imponente, serio y manipulador. Se quedó en silencio por unos minutos, y cuando un bárbaro se aproximó a atacarlo, unas cuchillas salieron de las paredes, ¡Había  activado una trampa!,  pudo esquivarlas y reculó hacia nuestra posición, fue cuando entonces, el Duque habló, su voz resonaba en todo el lugar, hasta embelesaba, o al menos a mí.

 Luego de decir unas palabras, se metió dentro del templo... conmocionados repasamos nuestras tácticas y nos propusimos seguirlo. Para evitar la trampa del lugar, pasamos por ese pasillo pegados a las paredes, funcionó.


 En la otra sala, tuvimos un gran combate contra los hombres lagarto que habitaban el templo, yo me hice a un lado e inspeccionaba el Templo, las estructuras parecían traídas directamente desde Mulhorand, las paredes, repletas de escrituras en mi idioma hablaban de las deidades a la que rendían culto el lugar Sebek y Set.

 En el suelo de esa sala, había una aventurera muerta tirada en el piso, me frené a tocarla, estaba aún tibia, su muerte había sido reciente. Cuando nadie me veía, aproveché la ocasión para tomar un poco de su sangre en un vial... (Me serviría más adelante). Haciendome el distraído volví a la formación. Por delante seguían luchando contra los hombres lagarto, y aún no había rastos de el Duque Rojo.

 Nos metimos en dos pasillos que eran callejones sin salida, y para volver me adelante, dos pasillos que conectaban con la sala principal donde estaba muerta aquella aventurera. Cuando miro al pasillo que daba a la entrada principal, ahí estaba él... imponente, desafiante, el Duque Rojo volvía a acecharnos, esta vez me quedé mudo mirándolo, ignorando a los demás, me centraba en su yelmo, por detrás mío todos luchaban, pero yo no escuchaba nada, era silencio, él y yo. Creo que intentó decirme algo que sólo yo escuché, pero no lo entendí. Derrepente una mano me toma bruscamente por detrás (Era Madelleine) y escucho a Armeís gritar "¡DAMON!". Volví en mi, y me reincorporé a la formación, sin decir muchas palabras, el silencio y mis pensamientos me agobiaban.


 Avisé que el Duque había salido afuera y los bárbaros fueron corriendo tras él, todos salimos detrás de ellos también, afuera estaba el, soberbio, pidiendonos un duelo a cada uno. Ax Askald no dudó y fue primero, empezaron a luchar, mientras todos mirabamos, fue algo digno estar justo en ese momento en aquel lugar, dos potencias se enfrentaban, el mal y el bien.

 Sin muchas dificultades, el bárbaro lo derrotó, eramos mayoría, contra una sola persona y aún así se nos enfrentó, cuanto valor. Querían asesinarlo allí, en el acto, yo decía que era injusto, que merecía un juicio al menos, no eramos bestias salvajes que ibamos por ahí dando justicia por mano propia, o al menos yo no era así. Lo defendí, aunque nadie me apoyo. Mientras discutíamos que hacer con él, el Duque aprovechó la ocasión, y como era un vampiro según lo que me decían mis colegas, se esfumó en miles de murciélagos que se metieron de nuevo al templo. Debía ocultarse de la luz solar pues, ya estaba por amanecer.
 


 Ya muchos sin fuerzas y agotados, decidimos no perseguirlo más, me alegro un poco el saber que seguía vivo, en cambio el bárbaro Ax Askald, soberbio y orgulloso, ordeno más nunca llamarlo con el apodo de "Duque" pues ese título había sido arrebatado por él mismo cuando lo abatió.

 No le presté atención, sus palabras no me interesaban, había sido una excursion provechosa, mi diario lleno de anotaciones, había conocido un templo mulhorandino en Amn, me llevaba sangre a casa, y también, conocido al Duque Rojo...

 Damon empieza a demostrar su verdadero ser, podrá este buscar a alguien que ¿lo ayude a completarse? ¿Cuál es su verdadera misión en Amn?



No hay comentarios:

Publicar un comentario