lunes, 1 de septiembre de 2014

Las Ruinas Mulhorandinas - Parte 1


 Pasaron los días y ya me acostumbraba a Athkatla, ciudad bulliciosa por los días y las noches, el dinero lo era todo y esa lección la había aprendido rápido. Era de noche, y salí a caminar por los llanos exteriores, quería respirar un poco de aire fresco antes de irme a dormir, para mi sorpresa, me encontré con Armeís y un grupo de maestros de la Arcanum Scholla.

 Estos estaban tramando una travesía hasta unas ruinas mulhorandinas que habían sido descubiertas hace poco, aprovechando la ocasión y bajo el permiso de Armeís, les supliqué que me llevaran, era una
oportunidad excelente para contemplar que tan arraigada estaba mi cultura a Amn. Aceptaron llevarme, a pesar de que era peligroso, era un antiguo templo dedicado a Sebek y a Set, deidades provenientes de Mulhorand. Los maestros decían que la anterior vez que visitaron el templo, encontraron a peligrosos hombres-lagarto, esto aumentaba mis ganas de ir pues, nunca había visto tal abominación, sería una buena oportunidad para estudiar todo el lugar.


 Mientras hablabamos, una elfa que rondaba por allí nos escucho, era exploradora y ofreció ser mi guardaespaldas a cambio de que la dejaran unirse al grupo, todos aceptamos puesto que yo era el más debil y no podía defenderme por las mías. Madelleine, una de las arcanas del grupo, había contactado a unos Mercenarios en Purskúl, la ciudad del grano, para que nos facilitaran las cosas en las ruinas, eramos bastantes, iba a ser tarea fácil.

 Partimos hacia Purskúl por la noche, pensé que íbamos a ir a pie pero Frederic Tesla y Armeís nos teletransportaron usando un conjuro, la sensación que deja el teletransporte en uno es bastante rara, entre una conmoción y sordera que dura unos minutos, hasta nauseas y mareo. Por suerte no había sido mi primera experiencia, mi padre solía usar (muy debes en cuando) tales conjuros.

 Cuando nos recompusimos nos dirigimos al centro de Purskúl. Ahí aproveché a sentarme y observar el lugar, nunca había estado en esa ciudad, donde el ganado y la agricultura eran el pan de cada día, no me sentía muy a gusto, me parecía muy mundano para mí persona, no podría vivir allí. A pesar de todo tenía un aire afable y tranquilo, no como Athkatla.



 Los mercenarios a decir verdad, tardaron mucho en llegar, ya no había tema de conversación entre nosotros, hasta que llegaron, eran ni mas ni menos que el Thane de Indeptoon Ax Askald y sus fieles guerreros. Me sentía muy seguro con ellos alrededor, iba a ser pan comido, eso de utilizar a otras personas para conseguir lo que uno quiere me gustaba (y me sigue gustando) pues la persuasión es un don que muy pocos saben usar.

 Una vez que estábamos todos, nos preparamos y partimos hacia las Ruinas, iba a ser un camino largo, yo iba en el medio del grupo, protegido por todos, con mi diario anotando todo lo que me parecía importante, desde conductas de mis pares, hasta lo que veía en el ambiente.



 La aventura no estaba sino empezando, y yo era parte de ella, fieros guerreros nos acompañaban por delante, destruyendo todo a su paso. Ya quería llegar a esas ruinas e inspeccionarlo todo...


 En la segunda parte Damon entrará a las Ruinas Mulhorandinas, y encontrará algo que dejará pasmado al grupo, ¿Que será..?






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